En la intersección de la fisioterapia y la psicología, el estudio de la postura ha revelado fascinantes conexiones entre cómo nos sostenemos físicamente y quiénes somos a nivel psicológico. No es solo una cuestión de salud física; nuestra postura puede ser un espejo revelador de nuestra personalidad y nuestras emociones. En este artículo, exploraremos las intrincadas maneras en que nuestra postura puede reflejar y afectar nuestro comportamiento y salud mental, utilizando los principios del método GDS y otras teorías relacionadas. Descubrirás cómo pequeños ajustes en tu postura podrían no solo prevenir problemas físicos sino también transformar tu enfoque en la vida.
¿Qué relación existe entre postura y personalidad?
Nuestra postura es mucho más que una simple posición corporal; es una ventana a nuestra psique y bienestar emocional. Cada inclinación de nuestra columna, cada tensión en nuestros hombros, y cada paso que damos lleva consigo un mensaje sobre nuestra salud y nuestra personalidad. Según el método de GDS (Gestión Dinámica del Sistema), las actitudes posturales no son aleatorias sino que resultan del predominio de ciertos grupos musculares que trabajan en conjunto, influyendo directamente en cómo nos percibimos y nos relacionamos con nuestro entorno.
La postura no solo predice zonas vulnerables a problemas futuros en nuestro cuerpo sino que también refleja características personales significativas. Por ejemplo, una postura encorvada o cerrada puede indicar tendencias hacia la introspección o la timidez, mientras que una postura abierta y expansiva puede ser signo de extroversión y apertura social. Estas predisposiciones no solo influyen en cómo interactuamos con otros, sino que también pueden predisponer a ciertas condiciones físicas, como tensiones musculares específicas o desequilibrios que pueden llevar a lesiones crónicas.
Reconocer y entender la relación entre nuestra postura y nuestra personalidad no solo es crucial para terapeutas y especialistas en salud física, sino para cualquiera que busque un entendimiento más profundo de su cuerpo y mente. A través de este conocimiento, podemos comenzar a hacer cambios conscientes en nuestra postura que no solo mejoran nuestra salud física, sino que también pueden tener efectos positivos en cómo nos sentimos y cómo nos comportamos cada día.
¿Cómo la postura indica problemas de salud y rasgos de personalidad?
Según el método GDS las diferentes actitudes posturales se crean a partir del predominio de determinados grupos musculares que trabajan de forma conjunta. De esta forma la influencia de diferentes cadenas musculares marca una tipología determinada. Entre las cadenas relacionales nos encontramos con estas dos.
Cadena de cierre y protección.
Es la cadena AL o anterolateral. Cuando esta predomina, observamos una actitud de repliegue en la cual los hombros están enrollados hacia dentro al igual que las rodillas. Corresponde a personas introvertidas, ordenadas, perfeccionistas y analistas. Esta cadena interviene en el mecanismo de defensa ante traumatismos físicos y en los fenómenos de sufrimiento visceral. Las personas que la presentan suelen padecer problemas circulatorios, cálculos biliares, incontinencias urinarias o estreñimiento, además de sufrir lesiones en hombro, rodillas o esguinces de tobillo.
Cadena de apertura.
También llamada PL o cadena posterolateral. Aquí encontramos una actitud arqueada o desplegada. Este tipo de personas caminan con los brazos y las piernas separadas y llevan la pelvis hacia delante. Suelen tener los pies planos y son susceptibles de sufrir lumbalgias, hernias discales, artrosis en las caderas o problemas de menisco. En cuanto a la personalidad suelen ser extrovertidas, con gran necesidad de comunicación, habilidades sociales y necesidad de llamar la atención. En el caso de exceso de esta cadena podemos encontrar incluso ira.
Las Cadenas de la Personalidad según el Método GDS
El Método GDS (Gestión Dinámica del Sistema) no solo aborda las cadenas musculares que afectan nuestra postura física, sino que también profundiza en cómo estas están intrínsecamente ligadas a lo que se denomina «cadenas de la personalidad». Estas cadenas representan las dimensiones psicoemocionales de una persona y se clasifican en cinco tipos principales: afectividad, cerebralidad, reactividad, emotividad e impulsividad.
- Afectividad: Esta cadena está relacionada con la capacidad de sentir y expresar emociones hacia los demás. Las personas con una cadena de afectividad predominante suelen tener una postura que refleja apertura y acogida, facilitando la conexión interpersonal.
- Cerebralidad: Implica un enfoque analítico y metódico de la vida. A nivel postural, estas personas pueden presentar una rigidez en la parte superior del cuerpo, indicativa de su constante actividad mental.
- Reactividad: Caracterizada por una respuesta rápida y a menudo intensa a los estímulos externos, esta cadena puede traducirse en una postura alerta y preparada para la acción.
- Emotividad: Implica una gran sensibilidad emocional, a menudo reflejada en una postura que puede parecer menos estable o más fluida, simbolizando la variabilidad emocional.
- Impulsividad: Esta cadena se asocia con acciones y decisiones rápidas, a menudo sin premeditación. Posturalmente, esto puede manifestarse en movimientos rápidos y dinámicos.
La interacción entre estas cadenas de la personalidad y las cadenas relacionales físicas crea una postura única en cada individuo. Por ejemplo, una persona con una combinación de afectividad y una cadena de cierre puede mostrar una postura protectora pero abierta en ciertas circunstancias sociales, lo que refleja un complejo equilibrio entre la apertura emocional y la necesidad de protección personal.
Influencia de las Actividades Diarias y el Ejercicio en la Postura
Nuestro estilo de vida y las actividades diarias tienen un impacto significativo en nuestra postura. Desde la forma en que nos sentamos en el trabajo hasta cómo nos movemos y descansamos, cada actividad contribuye a patrones posturales que pueden reforzar o debilitar nuestra salud física y mental.
La práctica regular de disciplinas físicas como el Pilates juega un papel crucial en este aspecto. El Pilates, en particular, es conocido por su enfoque en la alineación, el control y la precisión de los movimientos, lo que ayuda a desarrollar una conciencia corporal mejorada. Este tipo de ejercicio no solo fortalece los músculos y mejora la flexibilidad, sino que también enseña a los practicantes a mantener una postura erguida y equilibrada que puede contrarrestar los efectos negativos de las actividades sedentarias como sentarse durante largos períodos.
Además, las clases de Pilates y otras prácticas similares influyen positivamente en la personalidad al promover un estado mental más relajado y centrado. La mejora en la postura y la reducción del estrés físico también pueden llevar a un estado mental más positivo, lo que afecta cómo nos presentamos y reaccionamos en diversas situaciones. Por lo tanto, al incorporar ejercicios conscientes en nuestras rutinas diarias, no solo estamos mejorando nuestra postura física, sino también fortaleciendo nuestra salud mental y emocional.