Javier, Espe, Romana

Innumerables son las ocasiones en la que los maestros Javier Pérez Pont y Esperanza Aparicio Romero, han recordado a Romana Kryzanowska. Ambos estudiaron baja su tutela en Nueva York y fueron los responsables de que en este país se descubriera el método Pilates tras su vuelta y la apertura de su primer estudio en Barcelona.
Hoy os compartimos un pedacito de su experiencia vivida al lado de la legendaria discípula de Joseph Pilates.

Javier y Esperanza conocieron la contrologia años atrás en Holanda, siendo todavía bailarines profesionales. Desde el principio quedaron eclipsados, tanto, que decidieron formarse como profesores:

“Después de varios años practicando el método como cualquier cliente, Esperanza y yo decidimos tomarnos un año sabático para aprender este sistema de ejercicio original, desafiante y enigmático. Corría el año 1996 cuando después de un proceso largo y duro de selección, Romana nos permite estudiar de su mano en Nueva York”

Y es que Romana no aceptaba a cualquiera. Para poder estudiar con ella era necesario contar con una serie de requisitos y superar una serie de pruebas. Porque tal y como nos cuenta Esperanza: “Además de ser maravillosa y tremendamente generosa, Romana era una persona autocritica y muy exigente no solo con ella misma, sino también con quien sabia que podía serlo”.

Y Javier y Esperanza eran de esas personas. Personas acostumbradas al trabajo duro, al sacrificio y a la disciplina, siempre en la búsqueda de la perfección en cada cosa que hacían. Todas estas cualidades hicieron que Romana les abriera las puertas y les aceptara como estudiantes. Javier en particular recuerda con especial cariño el día en que la conoció:

“Podría hablar de millones de recuerdos, momentos y sentimientos alrededor de mi relación con Romana, pero resaltaría como mágico nuestro primer encuentro.
Partimos a Nueva York muy excitados, sin jamás haber visto una fotografía de ella, a tomar nuestra primera clase a las 7 y 8 de la mañana. Subimos en el ascensor que nos llevaba a la sexta planta donde se encontraba el mítico Drago’s Gym donde ella trabajaba. Al abrirse la puerta, ella estaba esperando en pie. Inmediatamente, como si nos conociéramos desde mucho antes, nos reconocimos entre nosotros. Avanzamos hacia ella y presentándose con un “Hola, soy Romana Kryzanowska” extendió su mano derecha para que la besara. Me incliné como un buen bailarín y entendí desde ese mismo segundo que esa señora me iba a cambiar la vida”.

Y no solo la de Javier, sino también la de Esperanza. Ambos, a los que Romana llamaría después “sus Picassos”, tuvieron, de forma completamente merecida, no solo el privilegio de aprender de sus enseñanzas, sino también de compartir con ella una gran amistad.

“En muchas ocasiones Romana nos decía a Javier y a mi que había seres especiales y que nosotros éramos de esos seres, únicos, elegidos para ayudar a los demás”

Y conociendo a mis maestros, me consta que Romana no se equivocaba. Ellos siempre la han recordado con mucho cariño, pero además durante más de 20 años han transmitido fielmente a sus estudiantes toda la sabiduría que Romana les transmitió a ellos, respetándola así a ella y por lo tanto a Joe.

“Romana siempre decía que no era ningún genio, que el genio era Joe y que ella simplemente transmitía sus enseñanzas con humildad y respeto. Pero lo cierto es que tenía un carisma tan grande que su sola presencia era arrolladora. Ella inspiraba, tenía luz y una fuerza interior y un carácter tan grande que hacía que fuera capaz de mover a las piedras” Nos comenta Esperanza.

Sin lugar a dudas, el aprecio y respeto de nuestros maestros hacia Romana perdurará siempre, a pesar de que ella hace años se fuera. Y aunque aquella mujer, responsable en gran medida de que la contrología a día de hoy se haya extendido a los cinco continentes, nos dejara en el 2013, los que seguimos al lado de Javier y Esperanza tenemos la suerte de seguir viendo su luz a través de ellos.

Gracias siempre Maestros.
Gracias siempre Romana Kryzanowska.