Mens sana in corpore sano

Sudor frío, mareo, sensación de que un alien se apropia de tu pecho impidiendo la respiración, corazón desbocado… Síntomas que podemos confundir con un infarto de corazón y que pueden surgir sin motivo aparente.

Prácticamente siete de cada cien personas que lean este texto en España padece ansiedad. El mismo número que quienes sufren depresión. Entre el 35 y el 50 por ciento de esas personas no reciben ningún tratamiento o el que reciben no es adecuado, por no mencionar los peligros de la automedicación. Son datos de la Confederación de Salud Mental para España.

Estrés, ansiedad, depresión van de la mano en un mundo en que nos cuesta reconocer que alguna de estas enfermedades mentales que superan en enfermos a trastornos cardiovasculares o cáncer. También, según los datos de la Confederación de Salud Mental para España, una de cada cuatro personas tendrá un trastorno mental a lo largo de su vida.

Más de 300 millones de personas en el mundo viven con depresión, un problema de salud mental que ha aumentado un 18,45 por ciento entre 2005 y 2015. Asuntos tabú como el suicidio comienzan a tratarse precisamente para evitarlo, ya que se ha convertido en la segunda causa de muerte en personas de entre 15 y 29 años.

Evidentemente estas cifras se están actualizando, ya que la pandemia de la covid ha disparado los casos de ansiedad y depresión según la revista científica Psychiatry Research. Según esta prestigiosa publicación, un 24 por ciento de la población padece insomnio, un 22 por ciento estrés, un 16 por ciento depresión y un 15 por ciento ansiedad.

No sirve mirar para otro lado, la salud mental de este mundo cada vez está más deteriorada y de nada sirve que lo callemos o nos avergoncemos. Incertidumbres sobre incertidumbres, confinamientos, distancias físicas y sociales, temor al contagio, preocupación por familiares, miles de lutos…, sensación de perder el control.

Evidentemente, ante cualquier síntoma persistente de estrés o ansiedad, antes de que terminen en depresión, hay que consultar con los médicos que nos derivarán a especialistas de la salud mental: psiquiatras y/o psicólogos.

Independientemente de si terminan por prescribir ansiolíticos, relajantes o antidepresivos todos coincidirán en que el mejor coadyuvante es el ejercicio físico.

Hace pocos años apareció un libro que fue un enorme éxito: Más Platón y menos Prozac, que nos remitía a los filósofos para poner remedio a nuestros problemas de la vida cotidiana. La cultura grecolatina nos dejó dicho que “mens sana in corpore sano”, que ha llegado a nuestros días como un gran consejo: “mente sana en cuerpo sano”. Por eso, la recomendación quedaría ampliada con “más pilates y menos orfidal”, ese ansiolítico, cuya utilización (fundamentalmente entre mujeres) está provocando problemas añadidos.

El mejor coadyuvante para sanar y evitar que nuestra salud mental se afecte, además de vivir con cierto estoicismo, es recuperar el control a través del pilates.

Además de incluir una rutina en este mundo de incertidumbres, la práctica de pilates es especialmente apropiada porque:

– Trabaja profundamente la concentración mental en la realización de cada ejercicio.
– Facilita el control de nuestro cuerpo frente a tensiones externas.
– Facilita el desbloqueo de la respiración, que tanto nos bloquea en situaciones de estrés y ansiedad.
– Igualmente desbloquea nuestros músculos, expuestos a tensiones inconscientes.
– Evita el sedentarismo que tanto se relaciona con nuestra salud mental.
– Como en cualquier ejercicio, aumenta nuestro nivel de endorfinas, nuestra hormona natural de la felicidad.

Aunque cualquier tiempo pasado nunca fue mejor, sigamos a los clásicos y arranquemos este 2021 moviendo el cuerpo y el espíritu, los dos pilares sobre los que el método pilates ofrece la mejor solución. No estamos solos, en Élite Pilates siempre hay un profesor, una profesora que con complicidad nos llevarán por la senda de la salud física y mental.

Firmado: Alfonso Roldan
Periodista y alumno de Elite Pilates